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En los últimos años, la Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser un concepto futurista para convertirse en una herramienta fundamental en diversas industrias, y el sector legal no es la excepción. Existen al menos dos grandes razones por las que los abogados y los equipos legales deben interesarse seriamente en capacitarse en el uso de la IA y su funcionamiento. 

Primero, porque el conocimiento profundo de esta tecnología disruptiva –que está llamada a alterar radicalmente casi todos los aspectos de nuestra vida en sociedad– es una precondición indispensable para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que presenta. La IA promete mejorar la productividad, la eficiencia y la celeridad en las actividades profesionales, pero también plantea riesgos importantes: desde la posibilidad de pérdida de empleos hasta la reproducción o amplificación de sesgos en procesos decisionales, pasando por el cumplimiento de leyes de protección de datos o propiedad intelectual, en una época en la que cada vez más productos y servicios utilizan, de un modo otro, contenido generado por inteligencia artificial. En este contexto, los profesionales del derecho tienen la responsabilidad cada vez más urgente de contar con los conocimientos técnicos suficientes para ofrecer un asesoramiento legal a sus clientes que esté a la altura del desafío.

En segundo lugar, la IA se perfila como una herramienta clave para mejorar la práctica legal diaria. En un entorno donde la cantidad de información y la complejidad de los casos legales crecen de manera exponencial, la IA ofrece soluciones que permiten a los abogados manejar grandes volúmenes de datos, analizar precedentes de manera más eficiente y tomar decisiones más informadas.

Regulación y asesoramiento legal a la altura de los desafíos del siglo XXI

En un mundo donde la Inteligencia Artificial (IA) está cada vez más integrada en la vida corporativa e industrial, es esencial que los abogados cuenten con el conocimiento necesario para abordar las preguntas legales que inevitablemente surgirán a partir de su uso. La IA está impactando áreas críticas como la propiedad intelectual, donde la autoría de creaciones generadas por IA o el uso de contenido protegido para entrenar nuevos algoritmos inteligentes, están en el centro del debate. Asimismo, en el manejo de big data, los abogados deben estar preparados para ofrecer un asesoramiento informado que considere tanto las oportunidades como los riesgos inherentes al uso de grandes volúmenes de datos.

La práctica legal moderna enfrenta desafíos complejos en campos como la protección de datos y la privacidad, donde la IA desempeña un papel crucial. Normativas como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) en Europa imponen estrictas obligaciones para las empresas, que deben garantizar el cumplimiento de estándares rigurosos. En paralelo, la nueva Ley Europea de IA, recientemente aprobada por el Parlamento Europeo, establece un marco legal pionero para regular el desarrollo y uso de la IA, con un enfoque en la transparencia, la seguridad y los derechos fundamentales, que adelanta un debate que en breve ocupará el centro de la discusión pública en Argentina y Latinoamérica.

En este contexto, los abogados necesitan una comprensión profunda de cómo funcionan las tecnologías de IA para interpretar correctamente las leyes y anticipar posibles implicaciones legales. La capacidad de navegar estos marcos regulatorios, tanto actuales como emergentes, es crucial para asesorar adecuadamente a las organizaciones en un entorno donde la IA se está convirtiendo en una parte integral de las operaciones corporativas.

La IA como herramienta para mejorar la práctica legal

El derecho, como tantas otras disciplinas, se está convirtiendo en sí mismo en un verdadero fenómeno de big data, frente al cual nuestras herramientas tradicionales de análisis legal comienzan a mostrar sus limitaciones metodológicas y conceptuales. Desde la gestión de grandes volúmenes de documentos legales, provenientes tanto de bases de conocimiento públicas, como privadas de cada estudio o equipo legal, hasta el análisis de precedentes judiciales y la predicción de resultados de litigios, la IA tiene el potencial de transformar cómo los abogados ejercemos la profesión. Sin embargo, para que esta transformación sea efectiva, los profesionales del derecho debemos ser capaces de interactuar con estas tecnologías de manera crítica y constructiva.

En este sentido, se hace imprescindible que los abogados se capaciten en el manejo de datos, y en técnicas específicas como el procesamiento del lenguaje natural (NLP) o el aprendizaje automático (machine learning, o ML). Se trata de dominios de conocimiento tradicionalmente fuera de la “zona de confort” de los abogados, pero que, con algo de esfuerzo, se encuentran perfectamente dentro de nuestro alcance. Hoy en día, en efecto, muchas facultades de derecho han reconocido esta necesidad y han comenzado a ofrecer cursos de pregrado que combinan estas disciplinas. Casas de altos estudios como la Universidad Torcuato Di Tella en Argentina, la Universidad Santo Tomás en Chile y la Facultad Libre de Derecho de Monterrey en México han integrado estas materias en su oferta de cursos de la carrera de abogacía, formando una nueva generación de profesionales preparados para los desafíos del siglo XXI.

Además, existen múltiples opciones de posgrados, cursos y certificaciones que permiten a los abogados en ejercicio actualizarse y adquirir estas competencias, que empiezan a ser una obligación profesional para mantenerse relevante en un mundo donde la tecnología evoluciona rápidamente.

Beneficios de un conocimiento profundo en IA

Richard Feynman, uno de los físicos más destacados del siglo XX, solía decir a sus estudiantes: "Lo que no puedo crear, no puedo entender"; una frase que encapsula la importancia de tener una experiencia de primera mano con la ciencia y la tecnología para poder comprenderla y, por ende, utilizarla de manera efectiva. Para los abogados, un conocimiento profundo de la IA no solo les permite aprovechar al máximo las herramientas disponibles, sino que también facilita la comunicación con los proveedores de tecnología.

Históricamente, la brecha entre los desarrolladores de software y los profesionales legales ha sido un obstáculo para la adopción efectiva de nuevas herramientas, lo que indudablemente ha impactado en la profesión. Los equipos legales a menudo encuentran dificultades para expresar sus necesidades a los responsables de IT, lo que resulta en soluciones que no se adaptan perfectamente a sus requerimientos.

Por su parte, a pesar de la creciente cantidad de herramientas de IA disponibles en el mercado diseñadas para abogados, ninguna de ellas ofrece una experiencia completamente adaptada a las particularidades de cada país y a las necesidades específicas de la profesión. Las legislaciones varían considerablemente de una jurisdicción a otra, y los requerimientos en cuanto a protección de datos, privacidad y seguridad son especialmente críticos en el ámbito legal, lo que limita en muchos casos el uso que puede darse a las herramientas “en la nube” (como ChatGPT o Gemini) sin comprometer las responsabilidades profesionales.

Es por ello que resulta fundamental que los equipos legales trabajen en el desarrollo de soluciones personalizadas de IA que se ajusten a sus necesidades específicas. Esto no solo implica una mayor eficiencia en la gestión de la información y el análisis de datos, sino también un cumplimiento riguroso de las normativas legales vigentes. Un enfoque a medida asegura que las herramientas de IA no solo sean útiles, sino también seguras y confiables.

Este tipo de preocupaciones son las que me llevaron, por ejemplo, a desarrollar DoctIA: el primer asistente virtual libre y gratuito de jurisprudencia argentina, que es capaz de ofrecer precedentes relevantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación para respaldar enunciados jurídicos complejos o responder consultas en lenguaje natural, sin caer en el problema de las “alucinaciones” que con frecuencia surgen cuando se emplean herramientas que no fueron diseñadas para lidiar con los matices y especificidades del dominio jurídico. Con el mismo objetivo de ofrecer herramientas de IA estrictamente alineadas con las necesidades del sector jurídico es que estamos desarrollando los primeros sistemas inteligentes de acceso a la información jurídica del Tribunal Fiscal de la Nación, que lo convierten en el primer tribunal de justicia, y el primer organismo de la administración pública nacional, en contar con desarrollos propios de este tipo, basados en técnicas modernas de aprendizaje automático y procesamiento del lenguaje.

Conclusión

La Inteligencia Artificial está transformando la práctica del derecho, ofreciendo a los abogados y equipos legales la oportunidad de mejorar sus capacidades y resultados. Sin embargo, para aprovechar al máximo estas oportunidades, es esencial que los abogados se capaciten en el manejo de datos e IA, adquiriendo un conocimiento profundo y práctico de estas tecnologías. Solo así podrán comunicarse eficazmente con los proveedores de tecnología, desarrollar soluciones personalizadas y, en última instancia, brindar un servicio legal más eficaz y adaptado a los desafíos del presente y del futuro.

Es hora de que la profesión legal abrace la IA no solo como un objeto de regulación, sino como una herramienta poderosa para mejorar la práctica diaria y mantener la relevancia en un mundo en constante evolución.

Denos su opinión sobre este artículo aquí. ¡Gracias!


David Mielnik es abogado y Máster en Derecho (UTDT). Profesor de Inteligencia Artificial y Derecho en la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina), la Universidad Santo Tomás (Chile) y la Facultad Libre de Derecho de Monterrey (México). Creador de DoctIA: el primer asistente virtual de jurisprudencia argentina. Responsable de IA del Tribunal Fiscal de la Nación.

Region: South America , Spain
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